Las lentejuelas en la noche
Un día me solté el cabello, y me coloqué los tacones que encontré en el armario. ¡Cuántas historias atrapadas allí¡ El amarrillo me va muy bien, y un poco de azul también, pero pensándolo bien, una peluca fucsia- morada va con el vestido de esta noche. A veces me gusta ir un poco acorde, aunque la noche en muchas ocasiones ha sido una fiel cómplice.

Fotografías: Dounia Sadaoui
Este es un extracto de algunas de las conversaciones que sostenemos entre nosotrxs.
Amigxs de la manada. Para las extrañas este intercambio de palabras no tendría trascendencia alguna, no obstante, dentro de nuestras actuancias contraculturales día a día hemos entendido que nuestras cuerpas son un territorio político, orgánico y social y todo lo que este asociado a ello lo hemos politizado. Para nosotrxs estas conversaciones entre los colores y la difícil tarea de elegir que ser y qué llevar en nuestras cuerpas disidentes, es una forma de incomodar al sistema e in/colocarlo, sobre todo con sus propias armas.
En medio de controles normativos continuos a las cuerpas criminalizadas se les instauran una serie de sanciones continuas por transitar y trasegar en la regulación, por des/generizar la calle. Cuando entendemos que la potencia de nuestras acciones está en la calle, no vemos razón alguna para parar, queremos más.
Las verdaderas revoluciones se hacen en colectivo y de manera popular, debemos visibilizar cada día más la necesidad de cuestionar el género y denunciar su fracaso histórico. Nosotrxs con cuerpas y formas distintas de relacionarnos rompemos la divinidad escondida detrás del tan deseado concepto de género.
Las calles se imponen con sus altos faroles, nos avisan que un sistema normativo vigila y controla el deseo insubordinado, aquel que no conoce del límite y de su significado. En medio de algunas calles oscuras entonan mejor las lentejuelas porque brillan, y aunque baratas duran mucho para lo que se compraron: para encontrarme con tu pupila.
Y, sí, en una de aquellas plazas ese ojo que vigilia y castiga apareció, la polifonía de emociones afloraron, la rabia aparece y se transforma en ira. La ira que desemboca encuentra un sentido político, la performance, las risas, el labial y el espejo son herramientas para infectar el amo policivo .Por esto y un poco más, por hacer de la cuerpa el lugar de disputa para el estado y sus instituciones, por gritar y anunciar el fracaso histórico-cultural del género, sus agentes vigilantes salen a su defensa, dispuestos a atacar sin contemplaciones a lo políticamente incorrecto y lo estéticamente inaceptado; como si el ser cuerpas no normativas representara una “amenaza”.
El 19 de Septiembre, las hermanxs cósmicxs PachaQueer en un lugar de la munda llamado Cusco- Perú, fueron víctimas del régimen heterocentrado, afrontaron las tecnologías de control representados en la fuerza del bolillo y la burla del macho alfa heterosexual, partieron de la ridiculización al ver al género, la norma y la moral desmaterializado, recibiendo en sus cuerpas las vejaciones, torturas y humillaciones que la juegos de poder camuflan como ley.
¿Hasta cuándo el miedo a lo desconocido seguirá generando violencia, oprimiendo y matando? siendo estas sociedades heteronormadas las primeras en naturalizar estas dinámicas machistas, no solo transfobicas u homofóbicas sino misóginas, porque todo lo que sea o se acerque a lo femenino es castigado por el patriarcado. ¿Se puede hablar de ciudades cosmopolitas como el turístico Cusco, teniendo aun lugares donde las “mujeres” no pueden compartir la mesa con los “hombres”, imponiéndoles sentarse al suelo para así alimentar su ego hegemónico y patriarcal…? ¿Qué reacción podemos esperar al ver a dos cuerpas disidentes y emancipadas de la norma interpelar en espacios “aparentemente públicos” la violenta gentrificación que viven los habitantes no solo del Cusco sino de tantas ciudades expropiadas a manos del turismo?
La fuerza precipitada olvida la consecución de derechos logrados hasta la fecha para las personas con orientaciones sexuales distintas a la heterosexual. Negándose de una manera irracional a enterarse que, desde hace más de tres décadas, las disidencias sexo-genéricas ya no son una enfermedad. La transfobia, la homofobia y la misoginia son una anomalía social la cual sí se debe extirpar.
Estos hechos violentos trascienden más allá de un acto de transfobia. Aquí no se trata de nombrar un acto de discriminación a “una” identidad trans, sino a las múltiples identidades que coexisten entre nosotrxs y que en su disidencia merecen ser respetadxs. La CoCa y La MoTa en este momento podríamos afirmar que se encuentran “bien” en su guarida de mierda como la llaman; inmersxs en absurdas burocracias en las cuales no creen ya, más tarde que temprano terminarán empolvadxs en los archivos del estado, con lesiones físicas que quizás con el tiempo sanaran y experiencias que aportaran a que su taconeada disidente retumbe con más fuerza para visibilizar a todas esas cuerpas trans, travestis, maracas, raras, monstruas, con o sin coño; día a día nos desaparecen irónicamente de la mano de instituciones que “precautelan” el bienestar de nosotrxs.
Con este texto alzamos nuestras voces y denunciamos una vez más la violencia machista representada en una fuerza policiva y reguladora de un sistema deficitario e insistente del régimen heterosexual.
P A C H A Q U E E R [espacio libre de arte] Constituido por La MoTa & La CoCa (Eduardo Fajardo & Fernando Rodríguez, Quito, Ecuador), este colectiva transgénera se autodefine como “un par de locas transtornadas, hijas de la pacha, caminantes del sol y de la luna”. Según sus propias palabras “abortaron” hace más de 3 años un proyecto independiente, autogestivo y autofestivo de creación y ritualidad que cuestiona las practicas violentas y las relaciones de odio y poder del sistema de consumo en el que vivimos por intermedio libre de la acción trans-formática. Tomado de: http://pachaqueer.wixsite.com/lapachaq fb/ lapachaq #pachaqueer. Tomado de: http://pachaqueer.wixsite.com/lapachaq fb/ lapachaq #pachaqueer