Desapareciendo en medio del silencio

Fotografía: Desapareciendo
No los escucho, no los veo, pero se metieron en mi mente y de ahí no se van. A David Romo lo conocí en la facultad, al resto los identifico por las fotografías que aparecen en los carteles pegados en los postes de la ciudad de Quito. Me dijeron que no son ni cinco, ni 10, que son miles los desaparecidos en el Ecuador.
Hay cosas que forman parte de nosotros, de nuestra vestimenta, de la habitación, elementos que nos gustan, que nos identifican y que cuando no estamos hablan por uno. En medio de cuatro paredes blancas de un museo ubicado en el Centro Histórico, el silencio irrumpe cualquier actividad o pensamiento y las miradas se trasladan a lo íntimo, a descubrir la ausencia de quienes de la noche a la mañana dejaron de formar parte de la rutina de algunas familias.
Con recelo, los espectadores observan esos objetos ajenos que convocan a conocer historias que claman justicia y verdad. No hay armarios repletos de ropa, pero, cada cinco pasos se observa un armador que cuelga un vestido, un saco, una chaqueta de cuero, una camiseta o una repisa en donde se colocó un par de zapatos o unos guantes. Cada prenda pertenece a un desaparecido.
Junto a cada elemento hay un escrito de uno de sus seres queridos que no pierden la esperanza de volver a ver a Luis Alfredo, Camilo Tobar, Juliana Campoverde, Telmo Pacheco, Luis Sigcho, Byron Rocano, Gustavo Garzón… y la lista no para.
En ese lugar a cualquiera se le estremece el corazón, hasta el punto en que esa ausencia ya no es ajena y que continuar la vida omitiendo que estas cosas suceden a nuestro alrededor es algo casi imposible. Algunos dicen que el arte es para quienes lo entienden, pero, Tania Lombeida y Gary Vera montaron esta obra para que la gente la sienta, la viva, para que por un instante perciban ese vacío, esa incertidumbre de saber qué les pasó.
El trabajo no fue sencillo, comenzó en el 2015 dialogando con los familiares de los desaparecidos que hasta ver la obra no comprendían bien de lo que se trataba, sin embargo, ellos expusieron sus intimidades, confiaron en los artistas para que ayuden a transmitir su angustia que lidia con un sistema judicial que se estanca a cada paso.
Los hogares abrieron las puertas de sus casas para que Tania y Gary conozcan hasta el más mínimo rincón que ocupaba esa persona, a ellos les dieron las llaves de la caja de los recuerdos para que los conozcan, para que con una foto, una anécdota, o cualquier cosa los sientan más cercanos.

Fotografía: Juan Diego Montenegro
Este proceso significó para los artistas asumir una lucha que se politiza y que critica a la operatividad de las instituciones estatales. Para ellos fue complejo y un reto más aún cuando desde el poder se intenta controlar y supervisar una obra comprometida que puede humanizar, despertar sentimientos de ira, impotencia y tristeza, emociones que alertan al sistema. “En algunas exposiciones llegó la Policía, supuestamente para resguardarnos, pero, en los conversatorios que se realizan como actividades complementarias, ellos, la Defensoría del Pueblo y la Fiscalía brillan por su ausencia”, contó Gary durante la entrevista, sentado en una de las bancas de la Casa de la Cultura, que queda diagonal a una de las instituciones señaladas.
Así los intenten intimidar allí están, para hacer sus manos útiles, para con su imaginación y destreza demostrar que desde cualquier ámbito se puede ayudar. El impacto fue tal, que cuando la exposición estaba lista los artistas, familiares se abrazaron y lloraron porque lograron transmitir ese sufrimiento tan personal, pero a la vez colectivo, porque al caminar por las calles de Quito aún se observan las fotos de los que no sabemos dónde están.
“Trabajar en estos temas sociales es el interés de quienes no pretenden obtener una ganancia económica”, comentó Tania, en la misma banca donde nos dimos cita para conversar del proyecto Desapareciendo que nació para generar contra memorias, para no quedarse con el discurso oficialista, para abordar el lado humano de un fenómeno social que desde hace varios años continúa presente en el Ecuador. Tania enfatizó que desde el arte se generan otras lecturas “por ejemplo, para la Fiscalía los desaparecidos se traducen en números y datos, para nosotros son personas y todo el lado humano que esto conlleva”, agregó.