SUJETOS, VIOLENCIA ESTRUCTURAL Y LUCHA COMPLEMENTARIA
La incorporación de la mujer en el ámbito laboral, en la vida comunitaria y en el campo político ha transformado aceleradamente la dinámica social de nuestro país, sobre todo, en los últimos años. En la provincia de Cotopaxi, particularmente en el sector rural, esta tendencia se mantiene, sin embargo, los indicadores más sensibles muestran una realidad compleja pues a pesar de esta integración, la inserción de la mujer en el ámbito público se realiza en condiciones más precarias que la de los hombres. De esta forma, el acceso a la educación, la paridad salarial, el derecho a la sindicalización, o el analfabetismo digital, solo por mencionar algunos, son demandas pendientes, más aún cuando reflexionamos sobre la lenta o la inexistente transformación de los roles tradicionales de hombres y mujeres que dan como resultado un contexto de violencia estructural.
Rosa Ayala, dirigente de mujeres del Movimiento Indígena y Campesino de Cotopaxi (MICC) señaló que en el sector rural persiste el maltrato físico y psicológico hacia la mujer, la representante considera que es necesario impulsar una agenda de género que trabaje una línea de derechos, y una línea política sobre participación, liderazgo, organización y gestión comunitaria (Curay & Alvarado, 2017). A esta voz se suma Leonidas Iza presidente del MICC, quien considera que la lucha conjunta de hombres y mujeres es vital para establecer relaciones de poder más equilibradas en la pareja, en la comunidad y en la sociedad.
La búsqueda de una transformación integral en las relaciones sociales se materializa con la lucha y la reflexión cotidiana y permanente pero también a través de la activación de la memoria colectiva, por tanto, de la disputa simbólica de sentidos y de significantes. En este contexto y a pocos días del 8 de marzo, día internacional de la Mujer trabajadora, recordamos la marcha del 25 de noviembre en Cotopaxi para desterrar la violencia contra la mujer, acompañado de un rápido análisis de la situación de la mujer en la provincia de Cotopaxi.

Mujer y sujeto histórico
La lucha de la mujer gira en torno a la igualdad y la equidad de los géneros, sobre todo, en el ámbito de lo público; libertades, derechos políticos e igualdad jurídica, su objetivo es desterrar las relaciones de dominación y opresión del hombre sobre la mujer. Estas demandas liberales que buscan el equilibrio de fuerzas permiten ampliar el espectro de su participación, sin embargo, lo que se ha conseguido hasta el momento es insuficiente para reducir el proceso de violencia generalizada en la sociedad, la pregunta que es ¿por qué a pesar de estos cambios las cifras de violencia aumentan?
La apuesta por la igualdad, la equidad de géneros, el respeto y la inclusión de la diversidad cruzan por el establecimiento y la formación del sujeto histórico y la construcción de su conciencia en el seno de su clase. En otras palabras la lucha anti patriarcal debe ser discutida y confrontada en la integralidad de su problemática. En el sistema capitalista es necesario plantear la lucha conjunta de hombre y mujer cuestionando y transformando la explotación en el ámbito productivo y reproductivo (en el trabajo y en el hogar), y en todas las relaciones que se construyen en el orden del sistema.

Las relaciones sociales se transforman de manera estructural, poniendo en cuestión las relaciones dominantes, condicionadas por las relaciones económicas que posibilitan un determinado orden de los individuos en las sociedades. Es necesario que la lucha por la transformación de estas relaciones (las de una sociedad dividida en clases, etnias, géneros, etc.) con profundas rupturas no solo trabaje el problema de la dominación, pues esto no resuelve la violencia estructural propia del ejercicio del Estado por proteger el orden burgués, sino denunciando el problema de la explotación, mismo que propone un orden germinal de violencia que desencadena una serie de descomposiciones en las relaciones sociales, que en el caso de un orden patriarcal puede ser y es ejercida por el hombre que también es objeto de explotación y dominación en sus relaciones productivas; o por la mujer en cuyo caso puede reproducir las actitudes de la ideología dominante. Los principios del capitalismo liberal y patriarcal promueven en su esfera ideológico-cultural valores que son aprendidos y reproducidos por la sociedad en general: individualismo, competencia, xenofobia, etc.
Estos valores que devienen en prácticas concretas son posibles de contrarrestar en la formación de la conciencia de clase en el seno de la organización, o dicho de otra forma, en la constitución del sujeto histórico.
La lucha del sujeto histórico busca la transformación de todas las relaciones de fuerza y poder sin obviar la condición de clase y este hecho dinamiza y construye la historia. El proceso de producción y el lugar que ocupamos en él condicionan las relaciones de dominación en el ámbito ideológico-cultural y de opresión en el ámbito político. Por lo tanto, nuestra lucha se gestará en la medida en que se transformen las relaciones de explotación entre los seres. Un abordaje que cuestione únicamente las relaciones de dominación y de opresión imposibilita visibilizar la causa central que alimenta estas relaciones desiguales e inequitativas.
La violencia como un eufemismo
Cuando el análisis de la violencia obvia la causa estructural que la provoca, el término se convierte en un eufemismo. La acumulación de la riqueza en pocas manos es el desencadenante de la descomposición de las relaciones sociales entre ellas las de género.
Algunas cifras de Cotopaxi que permiten observar el origen de tal descomposición:
% INDICADOR | Hombres | Mujeres | Total |
Pobreza y pobreza extrema por NBI | 47.9 | ||
Analfabetismo | 11 | 20.1 | 31.1 |
Acceso a educación superior | 14 | 11 | 25 |
Empleo adecuado | 48.9 | 25.1 | |
Subempleo y desempleo | 51.1 | 74.9 | |
Migración | 26.53 | 11.3 | 37.9 |
Fuente: Inec, Censo 2010 – Elaboración propia (cuadro 1)
INDICADOR | % | # |
Mujeres que han sufrido agresión física o sexual | 60 | |
Feminicidios | 76 |
Fuente: La Gaceta 2017 – Elaboración propia (cuadro 2)
Si observamos las cifras del cuadro 1 en referencia al analfabetismo, acceso a educación, empleo y desempleo, evidenciamos estadísticas preocupantes en la provincia de Cotopaxi, sin embargo, si particularizamos la situación de las mujeres la problemática es aún mayor. Los porcentajes en relación al subempleo y desempleo evidencian mayor precarización para las mujeres, es decir, mayor afectación en términos de estabilidad laboral, remuneración, prestaciones sociales.
Al mismo tiempo observamos que el porcentaje de migración es mayor en el caso de los hombres sea por procesos de proletarización o por estudio, lo que permite inferir que se sigue responsabilizando a la mujer del cuidado de la familia y el hogar, y que el trabajo agrícola se feminiza cada vez más, asignando a la mujer nuevos roles, sin modificar los tradicionales en el ámbito reproductivo.

Las cifras que muestra el cuadro 2 (6 de cada 10 mujeres son agredidas y física y sexualmente y 76 feminicidios en lo que va del 2017), no pueden dejar de relacionarse con los primeros datos de la tabla 1, es decir, nivel de pobreza que alcanza el 47. 9% y un nivel inequitativo de distribución de ingresos del 0,43 del índice de gini[1]; el cruce de variables de la tabla 1 y 2 nos permiten acercarnos a interpretaciones más completas, pobreza, acumulación e inequidad en la distribución del ingreso son el caldo de cultivo de una espiral de violencia de todo tipo.
Producto de esta condición que históricamente no ha variado significativamente nuestras sociedades continúan siendo estamentales, patriarcales, racistas, racialistas, con relaciones jerárquicas asociadas a la ley del más fuerte, llamado también darwinismo social. Las relaciones asimétricas entre clases sociales provocan la materialización de acontecimientos violentos como feminicidios, abusos sexuales a menores, entre otros.
Por tanto es necesario que la lente que observe el fenómeno de la violencia tome en cuenta las distintas relaciones mediante el análisis y cruce de variables que muestren una realidad íntegra y no fragmentaria.
[1] Tomado del Sistema de Indicadores Sociales del Ecuador.
La lucha complementaria
Desde la experiencia del mundo andino la visión respecto del género está matizada por su compresión respecto del rol complementario del hombre y la mujer que encontrando diferencias en su modo de ser busca una convivencia más armónica, esto es parte del principio de complementariedad. En este sentido es importante que la transformación de estas relaciones entre los seres humanos, pase por la construcción de la voz propia de sus actores, esto quiere decir leer, interpretar, transformar sus propias condiciones para desterrar las causas y consecuencia de las problemáticas que generan descomposición social.

En esta propuesta de la lucha complementaria debemos mencionar, que el 25 de noviembre se conmemora mundialmente el día de la no violencia contra la mujer en homenaje a la labor insurgente de María Teresa, Minerva y Patria Mirabal, organizadas en el movimiento revolucionario 14 de Junio para combatir la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en la República Dominicana en los años 60. Vale mencionar que la lucha impulsada por estas mujeres torturadas y asesinadas por Trujillo, se realizó en el partido político 14 de junio que impulsó la lucha guerrillera al mando de Manuel Aurelio Tavárez Justo, esposo de Minerva Mirabal, también encarcelado y fusilado por la dictadura.
Para finalizar el 8 de marzo se recuerda la huelga de las camiseras iniciada en 1909 en Estados Unidos y que terminó con el Incendio de la fábrica en marzo de 1911, en donde murieron 146 mujeres y aproximadamente unas 70 resultaron heridas. La construcción simbólica es potente: las mujeres más humildes, simples trabajadoras, mediante su lucha consiguieron mejores condiciones laborales en torno a reducción de la jornada laboral semanal, igualdad salarial, la discriminación y el acoso laboral. Estas mismas bluseras, sencillas pero de férrea voluntad expresaron su postura no sólo frente al poder capitalista imperante, sino también frente a los sindicatos tradicionalmente masculinos para mostrarles que ningún proceso de transformación material o simbólica puede prescindir de la participación de la mujer.

Texto: Jacqueline del Pilar Artieda Subia. Docente universitaria, activista sindical y apoyo al movimiento indígena y campesino de Cotopaxi
Bibliografía
Curay, A., & Alvarado, C. (Octubre de 2017). Espacios de formación para las mujeres indígenas de Cotopaxi. Puka Ñan, págs. 8-11.
Guevara, P. (Octubre de 2017). La lucha y la organización, instrumentos de trabajo del MICC. Puka Ñan, págs. 12-19.
SISSE (2010). Sistema de indicadores sociales del Ecuador. Consulta diciembre 2017