Texto: Nathalia Bonilla
Ecofeminista, anarquista utópica
Fotografías: Zitouna Auryn
8 de marzo, en la ciudad amazónica del Puyo el ambiente está electrizado. Mujeres indígenas del Ecuador, especialmente de la Amazonia, viajaron toda la noche anterior para participar en la marcha por el día de la mujer trabajadora.
El viaje ha sido largo y el proceso también, desde hace al menos tres meses, las Mujeres Defensoras de la Selva en Contra del Extractivismo, se reunieron cada domingo, para planificar y armar agendas, convocatorias, en fin, realizar el trabajo de hormigas, ese que es invisible, implacable, determinante, como la fuerza del agua, que gota a gota y sin detenerse termina por romper la piedra; es decir el trabajo que siempre hacemos las mujeres, pero esta vez en beneficio propio, no del patriarcado, ni del capital, todo el esfuerzo es por el territorio y la defensa de las mujeres
Tras el ataque a una de nuestras hermanas, comprendimos que “Si nos tocan a Una, respondemos todas”, que somos fuertes, somos hermosas pero que, si nos tocan, ahora, nos transformamos en avispas y que más vale que no se despierte al avispero, esas fueron las palabras de una de la líderes tras la concentración.
Las feministas urbanas acuñaron esta potente frase de respuesta unitaria frente a la violencia que se vive en la Amazonía, donde el extractivismo golpea, amenaza, rompe vidrios, mata mujeres, ronda los territorios con la intensión de callar a las defensoras, pero su terror no se impone cuando las mujeres se juntan y responden.
Las marchas no se hacen solas, las redes no se tejen por sí mismas, atrás esta la intención de valientes mujeres indígenas, ellas limpiaron la sede de la CONFENIAE, trajeron colchones, reservorios de agua, y preparan la comida, un sitio cálido y digno para sus compañeras, cada una de ellas viajando con su historia y su fuerza.
Las mujeres llegadas desde la Cordillera del Cóndor, habían caminado todo un día, y luego viajado en bus, para exigir no más minería en su territorio. Ellas vivieron en carne propia lo que significa ser desalojadas de sus hogares, vieron sus casas ser destrozadas por maquinarias para dar paso a la gran minería; otras compañeras que llegaron desde Intag contaron su experiencia en defensa del bosque nublado. Desde la comunidad Ojala en el Carchi, la lideresa Awá se unió a la lucha por su territorio, las mujeres waorani llegaron en canoa desde el Yasuní profundo, trayendo el eco de las voces de las mujeres Tagaeris, Taromenanes y exigiendo el respeto a la vida de ellas, y de sus tierras y así otras historias, cada mujer con su propio caminar y todas con el mismo propósito.
Así arrancó el 8 de marzo en el Puyo, las mamas, sabias curadoras, limpiaron a las guerreras antes de la marcha, “que te mantengas bella y venzas a todos tus enemigos” era el rezo para la mayoría, y con esa bendición mujeres indígenas diversas llenaron las calles de la cuidad con su poder y alegría.