Del efecto llamada, a la vergüenza de la fosa del Mediterráneo
Fotografías: Marcos Moreno – The Reporters
La historia de la Europa del euro se escribe con la vergüenza de los miles de personas muertas en las aguas del mediterráneo. Vidas, con nombre y apellido, con los mismos miedos y sueños, de las que un día tuvieron que huir de la vieja Europa. Esta es la triste realidad de un marchito continente sin memoria. Un mar que ha sido cuna de culturas, hoy convertido en una fosa.
Si pensamos en lo que está pasando en el Mediterráneo desde el año 2000, estamos viviendo una eliminación sistemática de un grupo humano, o sea, un exterminio. Ya han perdido la vida más de 30.000 personas en busca de refugio en Europa. Eliminación porque pierden la vida al no encontrar vías seguras. Porque las únicas políticas son las de contención, las de los muros, las deportaciones y torturas. Se puede maquillar, llamar de muchas maneras, pero las muertes crecen día a día.
Las cifras que preocupan son de quienes consiguen llegar. Los acuerdos de acogida no se cumplieron. Y se pusieron en marcha las medias de contención: el acuerdo entre UE-Turquía para frenar la llegada hasta Europa; la construcción de vallas en Hungría, al estilo de las utilizadas en la frontera España-Marruecos oel reciente acuerdo entre la UE y Libia. El euro compra muerte mientras miramos a otro lado.
Paralelamente al incremento de llegada de personas en busca de refugio, ha crecido el posicionamiento de la extrema derecha en Europa. Casos como Amanecer Dorado, partido político griego de ideología neonazi y Hogar Social en España, que se presentan como una organización social patriótica. Mantienen un mismo discurso en relación a los peligros de la migración incontrolada, situándose no solo políticamente, sino también en el tejido social. Las políticas anti refugiadas han servido para sustentar el creciente argumento de que vivimos una invasión. Como en otros periodos de nuestra historia la actual, la crisis alimenta esos discursos de odio.
Señala a la izquierda como participe de una situación insostenible y repartir papeles para todos como solución populista. Se defienden en que no es un discurso xenófobo, sino realista, porque no hay recursos suficientes. Crece el “primero nosotros” alimentando redes sociales y medios de comunicación con noticias de cómo se favorece con ayudas, trabajo, etc., a las personas que llegan. En casos como el de la sanidad, procesos de privatización se ocultan con leyes que regulan el acceso a las personas en situación “ilegal”, de nuevo bajo el pretexto del aumento de llegada de refugiados o migrantes.
La realidad es que en esta crisis, ni izquierdas ni derechas afrontan soluciones reales. Migrantes o personas refugiadas se han convertido en votos.
Con la llegada de los socialistas (PSOE) al gobierno de España, llegaba la “crisis” del Aquarius. Italia cerraba sus puertos y los grupos de salvamento quedaban en el limbo, sin lugar donde desembarcar.
En una maniobra de marketing político, el ejecutivo de Pedro Sánchez, sale al rescate del Aquarius. Y se arma un gran circo mediático con más de 600 periodistas que cubren cada minuto de la llegada del barco a Valencia. Esos mismos días, el Estrecho,otra de las fosas del mediterráneo, recibía más de mil personas que llegaban a las costas de Andalucía. Pero pocos medios daban importancia a la llegada de las “pateras”.
En estas semanas, día a día, las cifras aumentan y los servicios de acogida y rescate se desbordan. Este incremento de “pateras” sirve para armar una campaña sobre el resultado de traer el Aquarius y se empieza a hablar de un “efecto llamada”.
Y empiezan las noticias de un posible cambio migratorio. Italia justifica su posición de aumentar el presupuesto en Libia y contener la salida de refugiados. Cierre de fronteras, persecución y criminalización de las ONG de salvamento. Pero la realidad se hace latente cuando un equipo de Open Arms encuentran personas muertas, abandonadas por los guardacostas libios. De nuevo que Libia controle esa franja de mar solo sirve para invisibilizar las muertes y sumar a la vulneración de sus derechos.
En el caso de España, la ultraderecha camuflada, disfraza cada vez menos sus ideologías xenófobas. Partidos como el PP y Ciudadanos empiezan su carrera hacia el Congreso, y hacen campaña sobre el peligro de la “masiva” llegada de inmigrantes por el Estrecho y alimentan el hecho de que las tibias acciones como el caso del Aquarius pueden crear un efecto llamada.
Todo se construye a través de medios de comunicación afines con noticias falsas, donde se alarma de llegada masiva de inmigrantes o refugiados, que actualmente están desbordados sin capacidad de poder acoger a más, poner sobre la mesa la necesidad de que se invierta más en la frontera (las polémicas vallas de cuchillas o que Marruecos se encargue de regularizar el control migratorio) como solución a la inmigración irregular.
No existen políticas que garanticen vías seguras, cumplimiento de los tratados en los estatus de personas refugiadas o centros de acogida (no CIES). Las imágenes nos muestran a personas durmiendo en el suelo de polideportivos, en los mismos muelles o hasta en el barco de rescate. Pero esta imagen es la realidad de la falta de medios o la imagen para que en los medios se construya el mito del “efecto llamada”.
Con la llegada de Pablo Casado a la presidencia del PP, durante sus pocos días en el cargo inició campaña recurriendo al “efecto llamada”. En declaraciones de Casado decía que “no hay papeles para todos”, contribuyendo a generar alerta social a través de cifras que distan de la realidad. Respecto a la situación en Libia comenta que hay un millón de personas esperando para llegar a Europa y unos 50 millones en el continente africano recaudando dinero para llegar a España. Después e la polémica de sus datos, comento que estaban basadas en las declaraciones de presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani. Pero están distan mucho de la realidad, Acnur cifra en 597.772 personas han llegado a través de todo el Mediterráneo, desde 2016. Solo en España entre 2005 y 2018 llegaron 221.190 personas. Estas cifras tenían claramente un efecto alarmista. Sobre su calculo de las personas que esperan llegar desde Africa, otra vez sus datos andan muy lejos de la realidad, en los últimos 10 años, han llegado a España alrededor de 500.000 personas de nacionalidad africana, datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Días después Casado se presentaba en Algeciras. Daba la mano y se fotografiaba con las mismas personas para las que decía que no había papeles. No era algo gratuito, la prensa cargó contra sus declaraciones y en esos momentos el PP saca su mejor cara y sale de campaña. Ahora con una propuesta de un plan Marshall para África.
La derecha sigue conduciendo a la ultraderecha al poder en Europa. Varios países, Hungría, Italia, Polonia, La Republica Checa, Eslovaquia, Alemania, Austria, Dinamarca, Francia, Grecia, Holanda, Italia, Reino Unido o España, cuentan con gobiernos de la ultraderecha o grupos en el poder, marcando las políticas anti refugiados. Solo en los últimos tres años, se triplicó el número de votantes de estos partidos alcanzando en Europa casi los 29 millones de votantes.
Y eso está posicionando las agendas europeas. El pasado consejo europeo del 28 de junio en Bruselas en materia de control de inmigración, se acordaban las siguientes conclusiones: “El Consejo Europeo ha reiterado que un requisito imprescindible para que la política de la UE funcione correctamente se sustenta en un planteamiento general sobre la migración que combine un control más efectivo de las fronteras exteriores de la UE, una mayor acción exterior, así como los aspectos internos, en consonancia con nuestros principios y valores”. Desde las políticas anti migratorias se están manejando los mismos argumentos que la extrema derecha utiliza y que la izquierda secunda con silencio.
Europa propone seguir aumentando el presupuesto para “poner freno a los traficantes de personas que operan desde Libia u otros lugares”. Apoyando a Italia y a otros países de la UE que están en primera línea. Intensificar el apoyo al Sahel, a la guardia costera de Libia y a las comunidades del litoral y del sur, y fomentar las condiciones de “acogidas humanas” y lo que denominan “los retornos humanitarios voluntarios”, que conocemos como expulsiones en caliente. Y mejorar la “cooperación” con otros países de origen y tránsito, así como el reasentamiento voluntario.
Este fin de semana Merkel en un encuentro con Pedro Sánchez, prometía el aumento de presupuesto para que literalmente se frene el transito de personas hasta Alemania, un acuerdo que lleva a un compromiso con el aumento de presupuesto para controlar los flujos migratorios desde Marruecos y lo que será la tónica de los próximos meses: aumentar el número de expulsiones en caliente o como lo maquillan en la EU, los retornos humanitarios voluntarios.
Igual un efecto vergüenza, donde dejemos de mirar a otro lado mientras el Mediterráneo se llena de cuerpos, sería algo mas necesario. Nos viene bien recordar las palabras de Martin Luther King respecto a la Alemania nazi: “Nunca olviden que todo lo que Hitler hizo en Alemania era legal”.