Nuestras vidas, nuestras muertes
Ayer se desarrolló en Ecuador una jornada cargada de dignidad. Y dura: se despedía el cuerpo de uno de los líderes indigenas víctima de la violencia que se vive estos días en las calles de Quito. Los medios hacían eco de la retención de 8 policías en el Agora de la Casa de la Cultura. En pocas horas se sumaba la noticia de que alrededor de 27 periodistas que trabajaban en el interior también estaban retenidos. Nos pusimos en contacto con algunos compañeros que se hallaban dentro del ágora y reportaron que la situación era de tranquilidad, estaban realizando su trabajo normalmente. La asamblea que se llevaba cabo pedía a los periodistas reportar lo que sucedía: la llegada del cuerpo de Inocencio Tucumbí, asesinado, y su indignación ante el maltrato con que consideraban haber sido tratados por los medios tradicionales criminalizando la propuesta.
Desde el exterior del parque se podía seguir los que sucedía en el interior, miles de personas escuchaban en un silencio respetuoso y solidario. El parque y el ágora eran un gran cuerpo colectivo. Como una forma de contrarrestar las noticias sobre la situación de las personas retenidas, se les pidió que dieran su testimonio. Muchas de ellas no solo dijeron que se encontraban bien, sino que estaban en la asamblea del ágora por voluntad propia. Otros medios solicitaron salir a editar material , pero se les pidió que contactaran con sus medios para que enviaran unidades móviles.
Una compañera que reportaba desde el interior, N.B., solicitó salir, y el único impedimento que le transmitieron fue que no podría volver a entrar, por temas de seguridad. Entre los medios, se mantenía el mensaje de que permanecieran en la asamblea hasta la llegada del ataúd.
El momento de la llegada del ataúd fue sobrecogedor y estuvo cargado de mucha fuerza e indignación. A los policías que se hallaban en la asamblea se les pidió que cargaran, una medida de justicia indígena, para cargar sobre sus propios hombros la pérdida de un enfrentamiento que no es simétrico, donde la brutalidad policial y militar han sido denunciada por decenas de organizaciones ecuatorianas e internacionales como Amnistia Internacional.
La jornada acabó con una marcha pacífica. Hoy despertamos de nuevo con la violencia.