De la heroicidad al desempleo
Texto: Lola Parreño | Fotografías: Juan Diego Montenegro
Desde que inició el estado de emergencia en Ecuador, el gobierno nacional y los medios de comunicación oficiales han cubierto con un velo la situación real de la crisis sanitaria. Durante el primer trimestre del aislamiento obligatorio, se popularizó el eslogan político-estatal que nombraba como héroes de la primera línea a lxs trabajadorxs del sector de la salud. ¿Qué experiencias concretas se escondían detrás de esa frase que romantizaba las condiciones reales de médicxs, enfermerxs, y personal de asistencia en los hospitales y centros de salud públicos?
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Las personas que arriesgan sus vidas a diario atendiendo los contagios de COVID-19 -muchas veces sin contar con insumos, recursos, equipamiento e infraestructura adecuada-, trabajaron incansablemente con la esperanza de que obtendrían condiciones laborales dignas. Sin embargo, meses después, han sido despedidxs de las casas de salud sin indemnizaciones justas, o no reciben sus salarios a tiempo, por lo que se han tomado calles y espacios públicos en todo el país para protestar y exigir su derecho al trabajo con dignidad.
Frente a las movilizaciones de servidorxs públicos del sector de la salud, el gobierno nacional ha respondido de la única manera que conoce: poniendo en marcha el aparataje de la violencia estatal, porque en Ecuador para equipar a la policía si hay recursos suficientes. Esto ha quedado claro cuando la ministra de gobierno y su policía han respondido con agresiones a quienes se manifestaban en defensa de condiciones laborales dignas.
La situación del sector de la salud en el país es crítica, no sólo por la precarización de sus trabajadrxs, sino también por la institucionalización de los manejos corruptos en la construcción de hospitales y compra de insumos médicos. Las manifestaciones continuarán, las voces de quienes atienden hospitales públicos en todo el país no serán acalladas, la falsa retórica gubernamental no podrá esconder la negligencia e inoperancia que cuestan quién sabe cuántas vidas en el Ecuador.